EL ANTIPODISTA

La crisis económica ha sido la gran estafa del sistema financiero y de los gobiernos que no la han querido detectar o no han sabido detener el fenómeno, pero evidentemente es el producto de una profunda crisis moral: la élite económica y política y una parte de la ciudadanía, ha perdido el espíritu cívico y ético. Aquí y en las lejanas antípodas vivimos un profundo deterioro de la política, de la cultura, del poder y de la ética para defender estos aspectos. La “prosperidad” perdida ha dado paso a una decadencia generalizada. El imperio de la prosperidad ha terminado.

Aceptémoslo: vivimos en la decadencia.

Un antipodista no es un habitante que vive en el otro lado del planeta y que por pura lógica, vive al revés y ve las cosas siempre de otra manera. Un antipodista es alguien que desde su punto de observación, primero intentará sacar conclusiones de la realidad, analizará la situación y opinará si quedan todavía soluciones a aplicar.

LAS ANTIPODAS

En las antípodas viven los humanos con las ideas limpias, o sea, aquellas que hacen sentirte contento cuando otra persona está contenta y triste cuando alguien está en apuros. Allí, la gente tiene necesidad de belleza y todos desean de verdad, lo mejor para todos. Nadie puede ser feliz cuando no lo es todo el mundo. La envidia y la rivalidad son desconocidas y la venganza imposible. Nadie se interpone en el camino de nadie y nadie triunfa sobre nadie. Todos se respetan y buscan el equilibrio y la coherencia en sus relaciones. No existe la pobreza, no hay reyes ni emperadores y cada uno manda sobre sí mismo. Se vive en el ocio, lentamente, sin una necesidad imperiosa de trabajar en algo que te desagrada. La precipitación no existe y la inquietud, esa pegajosa angustia, es desconocida. Disfrutan de una paz interior que no les obliga ni a consumir ni a divertirse constantemente. Han aprendido a cultivarse y cultivar en un río plagado de estímulos. Los humanos de las antípodas viven una vida tan sencilla y transparente que incluso las enfermedades graves han huido. Sólo se marchitan con el tiempo, entendiendo que su muerte es un paso más hacia el reposo final; sin aspavientos ni tristezas, sin reproches ni rencores para nadie, sin dolor. En las antípodas reina la razón, todo es moderado, apacible y razonable. Se trata de un lugar ideal para vivir aunque debo admitir… que se trata de un mundo de fantasia.

 

El ser humano masificado, cretinizado en serie por un trabajo repetitivo, embrutecido por el consumo y lobotomizado por lo virtual, no se da cuenta de su grado de estupidez. Se ríe, compra y consume más. Todos nacimos ignorantes pero hemos tenido de trabajar duro para ser tan estúpidos.

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El antipodista había nacido para vagabundear entre sueños y fantasías. Muy pronto aprendió a dialogar con la hierba y a maravillarse con el paso de las caravanas de nubes, serenas y suaves, que cruzaban el espacio infinito lleno de azul. Aceptó obligaciones pero solamente las que más le gustaban. Obligarse no es encadenarse y consideró únicamente razonable, aquello que era compatible con su rebelde energía vital. Sólo era capaz de vivir en libertad. Pero su planeta giraba y giraba sin contar con él. De desesperanza en desesperanza, entre desilusión y desengaños consiguieron que sus convicciones se tambaleasen. Era como una lenta y persistente disolución del mundo que ingenuamente había deseado. Su entorno se había vuelto turbio y oscuro, incómodo y perverso. Todo lo que creía resultaba más allá de lo conveniente y posible. Todo lo que deseaba parecía inalcanzable. Reconocía cierto bienestar y que la dinámica de la vida no le trataba mal, pero para él no era suficiente. Era casi nada. Había aprendido que en la limitación reside cierta plenitud, pero necesitaba un espacio menos angosto y agresivo para desarrollar sus deseos. Buscó alternativas, corrigió trayectorias, descubrió nuevos caminos secundarios pero únicamente consiguió deambular todavía un tiempo por el mundo y cayó luego víctima de una nausea incurable.

 

 

EN ALGÚN LUGAR... LA REALIDAD

se ve AL REVÉS

¿Es posible que puedan ser mejores?

EN EL PAÍS DE JAUJA

El País de Jauja o de Cucaña es un lugar mitológico del cual se habla frecuentemente en la Edad Media. Allí no es necesario trabajar y el alimento es abundante, entre ríos de leche, fuentes de moscatel y malvasía, montañas de queso, lechones asados y mortadelas que cuelgan de los árboles, listos para ser comidos. Cuando hay tormenta, granizan caramelos. Los monjes bailan con las monjas, los pantanos son de cuajada, las casas cubiertas de tortas y las lagunas de miel de abeja. Realmente, se atan los perros con longanizas. En Jauja siempre es primavera, todo es felicidad, holganza y tranquilidad y todos los deseos son gratificados. La libertad que se disfruta en este país es algo así como en Carnaval cuando las cosas pueden ir al revés: los hombres arrastran un arado guiado por el buey, el rústico se burla del obispo, las liebres dan caza al cazador, el gato es abatido por los ratones… Todo el mundo desearía vivir en Jauja y muchísimos, casi casi lo han conseguido o creen que lo han alcanzado.

Vivimos un momento de duración milenaria, donde el pecado es virtud y la virtud pecado. Los decentes acaban presos y el delincuente absuelto. Los pobres se escaquean, los asalariados pagan impuestos y los ricos defraudan. El que trabaja se arruina y el que piensa, es subversivo. Cuanto más falso es el discurso, más adictos tienen. Nunca gana la abstención pese a ser mayoritaria. Si malgastas presupuestos públicos, ascenderás en escaños y prestigio. La inteligencia es obscena y el pacífico considerado violento. Cualquier demócrata es señalado como golpista o marañero obsesivo. La corruptela vestida de discreción, es admirada. La subvención sistemática, convierte al ciudadano en un adicto compulsivo. Llegamos a la conclusión que si caminas fuera de ruta, retrocedes.

 

 

 

 

EL ANTIPODISTA

Joan Martí Valls

Editor: Bubok Publishing S.L.

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